Después de conocer el trabajo de las parteras, Gabriela Cárdenas sintió curiosidad al respecto y comenzó a hacer preguntas. Se sorprendió al descubrir que dos mujeres en su familia se han dedicado a ayudar, de manera tradicional, a que los bebés lleguen al mundo en su comunidad.
Cárdenas se sintió inspirada. Ahora, con 27 años, es una partera profesional de Guanajuato y pertenece a un movimiento emergente para restaurar una práctica que estuvo a punto de desaparecer en México, esto en parte por la presión del sistema de salud para institucionalizar el parto.
“Muchas personas creen que la partería es algo que ya se ha extinguido,” comentó Cárdenas, quien desde 2012 ha atendido alrededor de 600 partos.
En los últimos años, más de 30 organizaciones –desde pequeñas asociaciones de base y agrupaciones indígenas, hasta instituciones de gobierno y organizaciones sin fines de lucro–, han colaborado para traer de regreso a las parteras profesionales con la esperanza de mejorar el acceso a una atención de calidad para madres y bebés, y cumplir con los derechos reproductivos de las mujeres.
Este movimiento busca contribuir a que las parteras sean más respetadas, remuneradas y reconocidas como una alternativa segura y confiable, opción que según muchas mujeres es más cómoda y digna, en comparación con los métodos hospitalarios en la actualidad, especialmente en las zonas rurales.
A través de la educación y la promoción en México, el número de programas de capacitación ha aumentado a más de una docena y casi se ha duplicado el número de clínicas que trabajan con parteras. Cientos de seminarios, talleres y un curso básico en línea han llegado a miles de autoridades sanitarias, profesionales de la salud y practicantes en todo el país.
El resurgimiento de la partería no solo ha incrementado el número de estudiantes y parteras, sino también el número de promotores a nivel estatal y federal a través de esfuerzos para difundir información y crear conciencia en el personal de salud sobre los beneficios de este modelo de atención.
Hoy, 14 de los 32 institutos de salud estatales han adoptado esta bandera, y la Secretaría de Salud federal analiza en qué forma la partería podría ayudar a mejorar el acceso a la salud universal.
Graciela Freyermuth, médica y doctora en antropología, es experta en mortalidad materna e infantil en el sureño estado de Chiapas. Ella afirma que este modelo ofrece muchas ventajas en embarazos de bajo riesgo y que no necesitan intervención médica.
“[La partería] Se centra en las mujeres y sus necesidades en lugar de las necesidades de los médicos o del sistema de salud. La satisfacción de las madres es mucho mayor. Deciden cómo quieren vivir la experiencia y existe un mejor trato, amabilidad y empatía,” explicó Freyermuth.
Activistas observan que este movimiento agrupa la lucha por los derechos humanos y reproductivos y la igualdad de género, incluido también el derecho de las mujeres a decidir. Además, según una investigación del Instituto Nacional de Salud Pública, los partos asistidos por parteras cuestan la mitad que los atendidos por médicos.
David Meléndez, del Comité Promotor por una Maternidad Segura en México, considera que el resurgimiento de la partería profesional en el país coincide con el hecho de que más mujeres de clases socioeconómicas medias y altas busquen el acceso a este modelo de atención.
Rafaela Elifsep López Juárez se dirige a atender un parto en casa con su caja de suministros básicos.with a box of basic medical supplies to assist a woman giving birth at home.
Las parteras aún atienden menos del 2% de todos los nacimientos a nivel nacional, pero en algunas regiones, especialmente en las zonas rurales e indígenas del sur de México, la partería no solo es la forma preferida de dar a luz, sino que a menudo es la única opción. Con frecuencia existen muy pocas facilidades para acceder a los servicios salud debido a que son demasiado costosos, se encuentran muy alejados o porque algunas mujeres desconfían de la atención médica institucionalizada.
Se necesita trabajar más para frenar la disminución continua en la tasa de partos atendidos por parteras en medida que la población aumenta. Según la Secretaría Salud, en 2008 el 2.2% de los nacimientos en México fueron asistidos por parteras, principalmente tradicionales, sin embargo en 2018 solo fue el 1.2% del total.
Gabriela Cárdenas es una de las 150 parteras profesionales capacitadas en el Centro para Adolescentes de San Miguel de Allende (CASA), una organización sin fines de lucro en Guanajuato que está comprometida con la justicia reproductiva. En la actualidad ella trabaja en la Clínica de Maternidad de la organización.
Una partera profesional, Rafaela Elifsep López Juárez, hace una visita prenatal en Matías Romero, Oaxaca.
Después de que hace varias décadas se suspendió la capacitación en partería profesional en el nivel de educación superior, la primera escuela moderna de México fue inaugurada en 1996 por la activista Nadine Goodman en colaboración con otras personas. El programa incluye tres años de formación en ginecología, obstetricia, neonatología, enfermería y prácticas tradicionales de partería, y se complementa con un año de servicio social en alguna institución de salud.
Otros estados, animados por el programa de CASA, han replicado o adaptado su modelo de formación. Guerrero es un ejemplo con la Escuela de Parteras Profesionales establecida en Tlapa de Comonfort.
Además, en 2018 unas 60 aspirantes se matricularon en un nuevo programa a nivel universitario en Tulancingo, Hidalgo. Y estudiantes en Veracruz, Estado de México, Hidalgo, Tlaxcala y Ciudad de México se forman a través de programas apoyados por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ceremonia de graduación de CASA en San Miguel de Allende, Guanajuato
Cárdenas agrega que su formación en CASA incluyó un último año de servicio en un hospital, lugares donde las parteras se enfrentan a la resistencia de otros profesionales de la salud. Según su experiencia, el inicio de sus prácticas profesionales en el estado de Querétaro fue difícil, pero finalmente el personal adoptó parte del modelo.
"Fue complicado debido al desconocimiento de la partería. Fue como una guerra de poderes y egos con médicos y enfermeras, pero sucedió algo interesante, cuando vieron nuestro trabajo descubrieron que las parteras no competíamos con ellos sino que colaborábamos. Al final hubo un cambio positive,” dijo Cárdenas.
Parte del método introducido por la partería incluye permitir que las madres den a luz sentadas o de pie, el apego inmediato entre madre y bebé, la lactancia y el corte tardío del cordón umbilical. Estas prácticas son poco comunes en un entorno hospitalario, donde las mujeres generalmente no pueden decidir la forma en que desean dar a luz.
Cabe destacar que, años atrás , las directrices internacionales alentaron al sistema de salud mexicano a atraer e institucionalizar todos los nacimientos para reducir la tasa de mortalidad materna e investigaciones al respecto muestran que la tasa ha disminuido gradualmente.
A pesar de una aceptación más amplia, algunos médicos se siguen mostrando escépticos de que las parteras pueden manejar todo lo relacionado con los partos, especialmente en las zonas rurales. Les preocupan las hemorragias, sobre todo durante el primer embarazo de una mujer.
"Estar bajo el cuidado de un ginecólogo es importante porque nunca se sabe cuándo se va a complicar un parto,"opina Jéssica Méndez, doctora residente en ginecología en Mérida, Yucatán.
Cierto es que existen médicos que aceptan la práctica de la partería, especialmente cuando ésta ofrece atención y cuidado en áreas remotas en las que algunas madres tienen pocas posibilidades de llegar a un hospital.
Profesionales médicos y un grupo de parteras tradicionales intercambian ideas sobre el parto "humanizado.”
David Calderón, médico en Simojovel, Chiapas, zona que concentra la atención de comunidades rurales o alejadas, afirma que en su práctica profesional promueve los servicios de parteras capacitadas, ayuda a formarlas y busca asociarse con ellas.
"Las parteras son muy útiles en un estado como Chiapas. Hay muchas comunidades a las que solo se puede llegar a pie o a caballo... Es imposible que todos los nacimientos sean atendidos en una clínica u hospital,”comentó Calderón.
Brenda Lira, madre de 32 años de Veracruz, decidió tener a su hija Mar en su hogar con la ayuda de dos parteras profesionales porque deseaba tener una experiencia más íntima.
"No quería un parto medicalizado e institucionalizado. Tenía miedo de ser maltratada durante el parto, perder la libertad y sentirme sobreexpuesta a la vista de todos en un hospital,”expresó Lira.
Esta opinión es compartida por Juan Lastra, un padre de 35 años de Chiapas. Él y su esposa eligieron que sus dos hijos nacieran en casa con el modelo de partería profesional porque consideran que ésta es una bienvenida más respetuosa y amorosa.
Gracias a su experiencia, él dice que ahora entiende que "los humanos somos mucho más instintivos de lo que pensamos.”
Sebastiana Vázquez está de acuerdo con esta idea. Ella es una partera indígena de Chiapas con 22 años de experiencia al servicio de una población con la que se comunica en español, tsotsil y tseltal. En la actualidad dirige una organización llamada Sakil Nichim Antsetik, que significa “Mujeres de las flores blancas”, según su traducción del idioma tsotsil.
Para ella, la partería combina sabiduría, coraje, paciencia, apoyo y esperanza de un cambio a través de una forma más sensible de traer a los recién nacidos al mundo.
Considera que, "cuando un bebé nace en un espacio donde se siente seguro y amado, este bebé crecerá mejor y se convertirá en un buen ser humano.”
Esta historia fue inspirado por un documental de Janet Jarman "Birth Wars", que narra una lucha de poder entre médicos y parteras en México.